Me llamo Timba, y me paso el día mordiéndole los tobillos a mi dueño, que es lo más divertido que hay.

Ya he aprendido a ir, coger, y devolver a mi dueño el hueso-cuerda que me lanza a lo largo del pasillo. Cuando se lo devuelvo me dice que soy muy lista y que en un par de meses me ensañará a hacer sudokus.